LA
VIDA EN EL MUNDO ASTRAL
La entidad, al desencarnar, pasa por un periodo de reajuste vibratorio para
integrarse a su vida real que es la del mundo astral, en todos sus planos.
En el momento de desencarnar, la entidad se encuentra que no sabe dónde está –no
siempre comprende que ha desencarnado y, más de las veces, si no ha recibido la
instrucción adecuada, cree estar todavía encarnada; se aferra a su materia y a
la vida en este mundo Tierra. La entidad pasa entonces por un período de
confusión; camina y deambula por los lugares donde acostumbraba estar en su vida
física, y es un suplicio para ella ver que no encuentra a nadie que la entienda
o le conteste cuando habla. Se siente abandonada; ve como disponen de sus cosas
–sintiéndose muy desconsolada. Estas entidades que así reaccionan son, la mayor
parte de veces, las personas que en vida fueron muy apegadas a sus posesiones a
sus intereses puramente físicos, sin ningún esfuerzo por superarse en los campos
espirituales. La materia, en ellas, ha dominado a la entidad con sus apetitos y
deseos, y al desencarnar éstos la atan y le retardan su paso al mundo astral.
Esos deseos y apetitos densifican la materia y, por este motivo, el cuerpo
astral de la materia es menor y poco dúctil y maleable.
Cuando la entidad se ha preparado como encarnado para su paso al otor plano o
vida astral, tienen siempre un período de reajuste que varía según la evolución
de ésta. A mayor evolución más rápidamente efectúa el cambio mental de
situación; la limpieza astral, entonces, se realiza más rápidamente y la entidad
tiene un tiempo menor de confusión o Devachani.
Una vez que la entidad ha comprendido que ha desencadenado, tiene que pasar un
tiempo –Tierra repasando sus actos de la encarnación que acaba de terminar- lo
que le llaman corrientemente recoger sus pasos. Esto dura en vuestro grado de
evolución más o menos cuarenta y nueve días. Luego, si ha completado esta tarea
y se ha desligado emocionalmente de las cosas personales que lo ataban a la vida
física en esta encarnación, recibe el llamado de su protector y pasa al vehículo
astral que lo conducirá a la morada en que le esperan los suyos, los de su
casta, su familia espiritual.
Al llegar al lugar de su residencia toma un tiempo de descanso o recuperación
–similar a aquél que sale de viaje y al llegar reposa de las fatigas que el
viaje le ha ocasionado. Esto también tiene un tiempo que en ustedes es como de
cuarenta y nueve días. Es como un reajuste, como un acomodarse a su realidad
como entidad independiente de la materia. Al completar este período de reajuste,
va a un lugar como un tribunal –pero justo y comprensivo- que junto con él
repasan su vida anterior, comparando lo que él programó con lo realizado por el
mismo en su vida de encarnado. El ve su Registro Akáshico junto con sus
maestros, mentores o jueces, y juntos analizan el porqué de sus aciertos y
errores. Luego, todos juntos, estudian la mejor forma como la entidad puede
aprender sus lecciones y subsanar sus errores. Cuando la entidad todavía es
incipiente o poco evolucionada, es igual que un niño –no tiene el raciocinio
como para escoger y decidir sobre su plan de trabajo futuro- y son sus mentores
los que acondicionan la enseñanza y la encarnación de acuerdo a sus necesidades.
La entidad, a mayor evolución, tiene mayor participación en las decisiones en
cuanto a su futuro aprendizaje, tanto en las escuelas astrales como en su
encarnación futura.
Al haberse ya planificado sus actividades, la entidad puede pasar un tiempo
mayor o menor de aprendizaje y servicio en el astral, donde hay escuelas para
todo tipo de estudio, y puede la entidad prepararse en las materias que desee y
considere útil o necesario –y hasta agradable- para su futura encarnación.
Hay grupos que se dedican no sólo a aprender, sino también a ayudar, y
desarrollar la capacidad de servicio que es tan necesaria para que la entidad
haga creer al Amor en su corazón. La vida se desarrolla allá tal cual en el
mundo tierra, salvo que allá las almas se reúnen por semejanza de frecuencia
vibratoria, lo que genera un clima de armonía muy adecuado para que cada cual
pueda desenvolverse en la mejor forma posible.
Las entidades que han completado su programa en el astral, y su tiempo de
encarnar se acerca, empiezan lentamente a desligarse de ese plano a fin de
comenzar el proceso que las acondicione para su incursión en la materia. Van
estudiando su programa reencarnatorio, para recordarlo como una intuición o
deseo inconsciente que les permita cumplir con dicho programa a medida que
crezcan en la vida física. A mayor desarrollo de la entidad, ésta viene con la
intuición más desarrollada y con los sentidos físicos más ligados al astral, y
puede, durante su encarnación, con menos esfuerzo, encontrar su meta y sentirla
con más claridad para poder cumplir con ella.
Vosotros en esta encarnación, tenéis otra vez la oportunidad de afinar vuestra
materia, de sensibilizarla, para que ya más sutilizada os conduzca con más
facilidad en el sendero correcto, conforme a vuestra propia programación.
Esforzaos y luchad con vuestra inercia, contra vuestra molicie, para que
ascendáis por la vertical que os llevará al PADRE, porque de EL venimos y a EL
vamos.